Debo decir que los términos de debate contra ateos son cuanto menos poco balanceados, cuando se niega no solo el uso de la Biblia sino de cualquier documentación no ya de fuentes con cátedra creyentes sino de informaciones que contradicen creencias disfrazadas de ciencia, eso los ateos pueden rechazarlo de lleno, eso sin contar la famosa frase de la cual no los sacas y solo han de decir “NO, DAME PRUEBAS (les falta ponerte una pistola en la sien a los tolerantes)” esa hermosa frase es “no hay que demostrar las negaciones” cuanto está más que claro que negar la existencia de algo no es otra cosa que una afirmación empleando una partícula negativa.
En cambio el discurso ateo no sale demasiado de un uso extremo de sarcasmos, ironías, acusaciones veladas lo cual va mucho más allá de un posible calentón donde puedan decirse burradas dos personas sino que se trata de una acción premeditada para desacreditar a las personas “sin decir nada”, y especialmente la pontificación sobre conocimientos científicos por parte de ateos, los cuales en no pocos casos son diametralmente erróneos y en cambio en otros rechazan frontalmente la explicación más sensata a muchas incógnitas de la humanidad por el mero hecho de que provengan de la Biblia.
Creo que es un juego en extremo injusto el estar negando constantemente y demandando pruebas sin ofrecer ninguna explicación alternativa coherente, es más lo tacharía incluso de demagogia.
El debate con Juan me ha parecido más similar al debate que podría tener con el Gran Wyoming en su conocido programa “El intermedio” donde muchos ateos son asiduos.
Creo que seguir debatiendo con personas incapaces de admitir que tienen dudas no es más que hinchar egos de gente que se cree que por soltar una ironía basada en un razonamiento nulo le otorga algún tipo de conocimiento. Un creyente está lleno de dudas sin embargo acepta por fe, en cambio da la impresión que un ateo no tiene duda alguna al refutar cualquier cosa proveniente de la religión, lo cual no es otra cosa que prejuicio que refleja ignorancia y falta de razonamiento.
Aparte de una persona totalmente amargada, perdida y sin rumbo. Que proyecta sus frustraciones en un negacionismo absurdo. Toda su fe la deposita en el Dios dinero o el poder o cualquiera similar y al final eso conduce, irremediablemente, al suicidio. En unos casos ejecutado, en otros, intentado.
La utilización de la ciencia por parte de los ateos parece un juego de prestidigitación, incluso a veces he llegado a oir sobre la similitud de cromosomas hombre – mono para defender la evolución.
La alfalfa y las abejas tienen el mismo número de cromosomas 16, al igual que el hombre y la liebre 46, chimpancé y gorila 48… no pocas veces he oído que si el hombre tiene 46 cromosomas y el chimpancé 48 están emparentados y más que risa me han entrado ganas de llorar.
La teoría de economía de Juan de que la crisis es por culpa de que hay ricos y gente que trata a los demás como mercancía… No había oído un argumento sobre economía tan absurdo a excepción de a algunos trabajadores analfabetos de la españa profunda.
Son ateos pseudocientíficos de lavar y cortar que se han apuntado a una moda, lo grave es que difundiendo tanta información sesgada y aprovechando que mucha gente no sabe ni de que se les habla sus argumentaciones son aceptadas lo cual es triste.
Incluso en el caso comentado por Juan sobre que la historia de Noe fue un mito pasado de boca en boca… si nos plantamos hace 7000 años que es donde se sitúan aproximadamente los acontecimientos para que dicha conspiración de transmisión oral sucediera los continentes no deberían haberse separado, pues los conocimientos navales para llegar tanto a Oceanía como a América por poner los ejemplos más claros eran totalmente insuficientes.
Por lo que he observado parece más un juicio contra la existencia de Dios y siempre se llega a que no hay pruebas concluyentes sobre el tema lo cual en cualquier juicio no se eliminaría a Dios que es lo que pretenden los ateos.
En el acceso a la verdad sobre Dios, las disposiciones de la voluntad son especialmente importantes. La existencia de Dios no es una cuestión sólo especulativa: su aceptación o rechazo deciden la vida entera de la persona.
La pregunta de fondo no es ¿Es posible reconocer a Dios?”, sino más bien ¿Estoy dispuesto a reconocer a Dios?
Ya lo explica el mismo San Juan: «Vino la luz al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra mal odia la luz y no viene a la luz, para que sus obras no le acusen. Pero el que obra según la verdad viene a la luz, para que sus obras se pongan de manifiesto, porque han sido hechas según Dios»
La negación de la verdad sobre la existencia de Dios no es entonces fruto de un proceso puramente intelectual como no pocos manifiestan y cuyas aptitudes intelectuales tampoco van más allá del creyente medio ni por asomo, sino de la propia mala voluntad, que tuerce continuamente la cara de la razón para que mire hacia otro lado, o para que fije su atención en todo aquello que parece contradecir la existencia de Dios: el sufrimiento de los inocentes, las catástrofes naturales, la existencia de personas creyentes cuya vida no es coherente con su fe, etc.
Para actuar bien desde el punto de vista moral no basta con realizar acciones en sí mismas buenas, hacer cosas que no hacen ningún mal y ningún bien como presumen los ateístas y teóricamente la gente de moral “liberal” no nos sitúa en una posición distinta a Pilatos en el mejor de los casos, y desde luego por su inacción fue condenado un inocente, sino que es preciso actuar por amor al verdadero fin último. En caso contrario, la acción no puede calificarse de verdaderamente honesta.
De todos modos debo decir que un ateo honesto es un buen cristiano, aunque no lo sepa, lo difícil es encontrar a dicho espécimen.